domingo, 21 de febrero de 2010

21 de febrero - Anniversario de la muerte de Sandino


"El hombre que de su patria no exige un palmo de tierra para su sepultura, merece ser oído, y no sólo ser oído sino también creído. Soy nicaragüense y me siento orgulloso de que en mis venas circule, mas que cualquiera, la sangre india americana que por atavismo encierra el misterio de ser patriota leal y sincero; el vínculo de nacionalidad me da derecho a sumir la responsabilidad de mis actos en las cuestiones de Nicaragua y, por ende, de la América Central y de todo el Continente de nuestra habla, sin importarme que los pesimistas y los cobardes me den el título que a su calidad de eunucos más les acomode. Soy trabajador de la ciudad, artesano como se dice en este país, pero mi ideal campea en un amplio horizonte de internacionalismo, en el derecho de ser libre y de exigir justicia, aunque para alcanzar ese estado de perfección sea necesario derramar la propia y la ajena sangre. Que soy plebeyo dirán los oligarcas o sean las ocas del cenagal. No importa: mi mayor honra es surgir del seno de los oprimidos, que son el alma y el nervio de la raza, los que hemos vivido postergados y a merced de los desvergonzados sicarios que ayudaron a incubar el delito de alta traición: los conservadores de Nicaragua que hirieron el corazón libre de la Patria y que nos perseguían encarnizadamente como si no fuéramos hijos de una misma nación.

Los grandes dirán que soy muy pequeño para la obra que tengo emprendida; pero mi insignificancia está sobrepujada por la altivez de mi corazón de patriota, y así juro ante la Patria y ante la historia que mi espada defenderá, el decoro nacional y que será redención para los oprimidos. Acepto la invitación a la lucha y yo mismo la provoco y al reto del invasor cobarde y de los traidores de mi Patria, contesto con mi grito de combate y mi pecho y el de mis soldados formarán murallas donde se lleguen a estrellar legiones de los enemigos de Nicaragua. Podrá morir el último de mis soldados, que son los soldados de la libertad de Nicaragua, pero antes, más de un batallón de los vuestros, invasor rubio, habrán mordido el polvo de mis agrestes montañas."


La Noche del 21 de de febrero, en Managua, el presidente Juan B. Sacasa agasajo en una cena al jefe guerrillero Augusto Sandino y a varios de sus lugartenientes. El festejo parecia el final de una larga y costosa confrontacion. Era eso, efectivamente, pero tambien era el prologo de una tragedia.
En medio de las luchas internas entre conservadores y liberales y sobre el telon de fondo de las intervenciones armadas norteamericanas en el pais, la figura de Sandino habia crecido a partir de 1926.
Sin embargo, la situacion internacional y la oposicion de los democratas llevo al presidente Hoover a buscar un arreglo politico y el retiro de las tropas yankees de Nicaragua.
Sobre esa base se celebraron acuerdos a principios de 1933. Sandino llego a declarar "Somos todos hermanos...ya no tendremos guerra, pues somos libres e independientes".
Sufrio varios desengaños a lo largo de ese año. Pero confiaba en el presidente Sacasa y a principios de 1934 viajo a Managua para concretar un nuevo arreglo. Culminacion de su gestion era la cena del 21 de febrero.

Al retirarse de la comida, Sandino y sus dos acompañantes -Estrada y Umanzor- fueron detenidos por tropas de la Guardia Nacional, cuyo jefe era Anastasio Somoza(quien poco antes se habia fotografiado abrazado a Sandino). Por orden de este Sandino y sus compañeros fueron ametrallados.
Ante sus oficiales, Somoza alego contar con la aprobacion de la embajada de E.E.U.U para consumar el crimen. Al mismo tiempo, otros efectivos de la Guardia Nacional masacraban a los Sandinistas acampados en Wiwili.
De nada valio la intervencion del presidente Sacasa. El mismo seria reemplazado mas tarde por Somoza que desde 1936, impuso en su pais el gobierno de una cruel dinastia.

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