miércoles, 13 de enero de 2010

Es posible y necesario Cambiar

La situación actual:

La Municipalidad de Venado Tuerto hoy está atravesando un momento muy preocupante, en todos los aspectos, sobre todo en lo económico.

Que hoy el municipio no tenga dinero ni siquiera para pagar los sueldos de los trabajadores no es ninguna novedad, y al mismo tiempo es muy grave en dos sentidos: por un lado los trabajadores empiezan a estar cada vez más inseguros sobre el futuro de sus fuentes de sustento; y por otro lado, es un ejemplo más que elocuente de la pésima administración de los recursos que se ha realizado en los últimos años, llegando a su punto más crítico en la actual gestión del intendente Freyre.

Unas semanas atrás el Secretario de Hacienda, Guillermo Imbern, reconocía públicamente que la municipalidad de Venado tiene una deuda de 45 millones de pesos; por otro lado, observando los presupuestos ejecutados en los últimos años, vemos que más del 60 % del presupuesto municipal se gasta en sueldos. Ahora la pregunta: ¿es posible separar estos datos del hecho concreto de que hoy ni siquiera se puedan pagar los haberes? Veamos



El origen:

La deuda de 45 millones de pesos que hoy tenemos todos los venadenses se originó durante los tiempos de De Mattia, cuando nos estafaron a todos con la construcción de la red de agua potable.

Scott ganó su primera elección a intendente denunciando con mucha astucia este robo, y algunas otras cositas que pasaban en la ciudad por aquellos tiempos, como por ejemplo el BID. Durante toda la campaña se la pasó gritando a los cuatro vientos que él iba a ser intendente para investigar a la gestión de De Mattia, y que si era necesario no pararía hasta meterlo preso. Nada de esto ocurrió. En algún momento hubo un pacto de silencio que aquietó las aguas y dejó todo como estaba.

La deuda original lejos de cancelarse fue creciendo año a año sin que se tomara ninguna acción efectiva frente al problema.

¿En qué influye actualmente esta deuda?: en que el municipio no tenga posibilidades de gestionar créditos blandos y a tazas razonables para llevar adelante obras ampliamente postergadas y necesarias para la ciudad; por ejemplo, cloacas para todo el sector norte de Venado.

Además de olvidarse rápidamente de todo lo que había denunciando durante los tiempos de campaña, Scott comenzó a imprimirle sello propio a la gestión. Así es que comienza la construcción de una tremenda red de clientelismo político, que una vez en marcha le aseguraría ser reelecto por dos veces, y luego también le brindaría el triunfo a Freyre.

Y por supuesto que para alimentar su creación debió comenzar a echar mano a los recursos de la municipalidad. Así es que a través de los años la municipalidad de Venado Tuerto se llenó de punteros oficialistas, de “amigos”, de conocidos, de “amigos” de “amigos”, y etc. Ninguna acción planificada y estructural podemos rescatar de los gobiernos de Scott, todo fueron “favores” y parches para zafar el momento y poder ganar las próximas elecciones. Bien aprendió esta forma de gobernar el actual intendente.



La continuidad del pacto de silencio:

Cuando Scott vislumbró, nuevamente con mucha astucia, que su ciclo como intendente estaba llegando al fin luego de doce años, decidió poner a jugar en primera a alguien que había estado preparando y fogoneando desde varios años atrás: José Freyre. No se trataba solamente de no perder la intendencia, sino también, y por sobre todas las cosas, de que ganara alguien muy cercano que asegurara sin ningún tipo de dudas la continuidad del ocultamiento.

De esta manera llegó Freyre a la intendencia, y por ello hoy le toca bailar con la más fea sin poder decir ni mu. Es en su gestión cuando están estallando todos los problemas que se vienen arrastrando luego de más de dos décadas de mala administración y malversación de fondos; de sobredimensionamiento de la planta municipal y total pérdida de efectividad en los trabajos que deben realizarse desde el municipio

Para José el fin justificó los medios, pero no se dio cuenta, o le restó importancia, al hecho de que la forma es contenido, de que los medios que se utilizan para llegar a algo son el fin en sí mismos. Y así es que hoy tiene que jugarse el cuero por tantos otros que ayer estuvieron, y ahora siguen el partido desde el cómodo sillón de sus suntuosas propiedades.



¿Cómo salimos de esto?

A esta altura la pregunta surge casi con desesperación.

En primer lugar consideramos que todos los venadenses nos merecemos conocer detalladamente cómo fue el proceso de endeudamiento y quiénes fueron los responsables, para que podamos aprender de lo que pasó y comencemos a tomar medidas que progresivamente puedan revertir la situación. ¿Podemos esperar el fin del ocultamiento de parte del actual gobierno? Parece que no, pero igual podemos comenzar a exigirlo con mayor fuerza. Es una cuestión vital para la ciudad.

En segundo lugar, no hay dudas de que hoy la ciudad necesita aumentar la recaudación. Pero este aumento de la recaudación no puede realizarse a los ponchazos y como salga. Toda la dirigencia local, y sobre todo los actuales concejales y miembros del ejecutivo, deben trabajar seriamente en el desarrollo de un Sistema Impositivo Progresivo para la ciudad, es decir, un sistema de recaudación donde paguen más los que más tienen. Y en este punto vemos con preocupación el último aumento aprobado por el concejo para las obras de alumbrado público, ya que se hace todo lo contrario, porque se aprobó un sistema regresivo donde pagan más los que menos tienen (3,4 % de aumento para el ciudadano común, y 1% de aumento para las grandes empresas). En este tema puntual dejó muy en claro el PRO, a través de César Merino, para qué va a utilizar su banca en el concejo: defender los intereses de los que más tienen.

Para terminar, y sin temor a parecer antipáticos, hay que decir algo: se debe descomprimir la planta de trabajadores municipales. Por supuesto que esto no puede hacerse de un día para el otro, y por sobre todas las cosas, no se puede dejar a nadie en la calle. Es decir, hay que descomprimir la planta municipal sin que se pierda una sola fuente de trabajo. Es difícil, por supuesto, tan difícil como pretender hacer política en serio, abandonando la práctica del parche sobre el parche.

Para que esto sea posible hay que tomar la decisión de comenzar a desarrollar Empresas Sociales de Calidad, en principio en dos sectores:



1) Pequeñas y medianas obras públicas: muchas veces la construcción de cordón cuneta o refacción de calles se termina tercerizando a empresas de afuera, cuando con asesoramiento y una buena formación estos trabajos podrían ser realizados por cooperativas de trabajo locales.

2) Diversificación de la producción alimenticia y posterior manufactura: desarrollar la producción de alimentos en los alrededores de la ciudad (cinturón verde) en principio para consumo en el mercado interno, y también apuntar al desarrollo a mayor escala de algunos productos que tengan alta rentabilidad y sean vendibles en otros mercados.



Martín González, Proyecto Sur de Venado Tuerto, 13/01/10

domingo, 3 de enero de 2010

La prioridad no son los acreedores


Frente al oprobio que supone presentar en el Bicentenario de la Revolución de Mayo un fondo de reservas para pagar una deuda que es a la vez expresión y garantía de nuestro sometimiento como país, planteamos:

a) El decreto 2010/09 es inconstitucional porque no puede modificar una ley.

b) Es imprescindible el tratamiento parlamentario y la revisión del endeudamiento argentino.

c) La prioridad no son los acreedores de la deuda pública sino las urgencias sociales y productivas de la Argentina.

d) En el presente dispositivo macroeconómico y monetario no existen las denominadas “reservas de libre disponibilidad”. Las reservas netas cubren hoy el 80% de los pasivos monetarios, y luego de los pagos cubrirán sólo el 65 por ciento.

e) Los $ 25.000 millones que resultarían liberados del Presupuesto 2010 frente a la decisión de pagar con reservas deben ser puestos en consideración del Parlamento para la definición de su destino.

f) Exigimos el replanteo del rumbo económico, productivo y monetario para hacer posible en ese marco la creación de un fondo con reservas que garantice un shock de inversiones que permita reorientar el modelo productivo de nuestro país.

Frente a esta decisión es imprescindible señalar:

1) Las urgencias de la Argentina no son los acreedores. Nuestro país exhibe innumerables urgencias sociales que en cualquier decisión sensata deberían estar privilegiadas antes que los intereses de los acreedores. Desde los problemas de empleo hasta los de la infraestructura social básica (deficiencias notorias en los accesos al agua potable, desagüe, cloacas, gas, electricidad, vivienda), pasando por los deterioros en los servicios sociales (salud, educación, previsión). Uno de cada tres argentinos es pobre y uno de cada dos menores también lo es.

2) Es impostergable encarar una revisión de la deuda. Hay que aprovechar el marco internacional de crisis para encarar una renegociación, tanto en términos de su legalidad, como con el objeto de minimizar los pagos (ya sea reduciendo su valor, consiguiendo plazos de gracia, discutiendo el nivel y las tasas de interés).

3) El decreto evita un debate necesario. Más allá de que es inconstitucional porque modifica la ley 23.928, el oficialismo revela la voluntad de evitar el debate parlamentario sobre la racionalidad y legalidad de esta medida. En efecto, en el marco de la nueva composición parlamentaria, donde el oficialismo ha perdido la mayoría, la decisión de enviar un decreto y no una ley; y al mismo tiempo intentar mantener el control en la Comisión Bicameral de Seguimiento de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU), que es la que debe expedirse sobre la legalidad del decreto, son expresiones de la debilidad de consenso que conlleva la decisión oficial.


Dip.Nac. Claudio Lozano