domingo, 16 de mayo de 2010

HISTORIA E IDENTIDAD


"Nuestras clases dominantes han procurado siempre
que los trabajadores no tengamos historia,
no tengamos doctrina, no tengamos héroes ni mártires.
Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de
las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde,
las lecciones se olvidan. La historia parece así
como una propiedad privada cuyos dueños
son los dueños de todas las otras cosas."
RODOLFO WALSH



El proceso de exclusión social y política al que viene siendo sometida la mayoría de la población argentina desde 1976 provoca efectos muy negativos que obstaculizan decididamente la conformación de una identidad ciudadana consciente de sus derechos con marcos legales y referenciales claros que avalen sus demandas y hagan posibles sus deseos de realización
personal y social.
En este contexto, el poder ha logrado que la historia reciente o lejana no forme parte del menú de intereses de la mayoría de la población, que visualiza la historia como una materia de estudio escolar pero no como un instrumento útil para comprender mejor su presente y planificar su futuro.
Nuestro elemento fundacional como país, históricamente hablando, es un tema de acto escolar. Los sucesos de Mayo son difíciles de pensar -para la mayoría de los argentinos- despojados
de betún, corcho quemado y pastelitos.
Es alarmante la efectividad de este mecanismo que despolitiza y reduce, en el imaginario social, prácticamente a la nada a nuestra historia. Y, por otra parte, rotula como históricos, con ese pobre concepto de historia, a los hechos remotos vinculados al calendario escolar y les niega historicidad a los sucesos más recientes, determinantes de nuestro presente.
Así, para muchos argentinos hablar de la dictadura o el menemismo no es hacer historia sino politica, como si ambas disciplinas pudieran separarse y prescindir una de la otra.
En esta concepción de q e la política es para los otros, que la hacen los otros y que la "gente
común", por carecer de coraje, aptitudes y –últimamente audacia,- debe abstenerse, podemos encontrar -en parte- las raíces del "algo habrán hecho"
La imagen del procer absolutamente ajeno a la realidad es una imagen útil para el discurso del poder porque habla de gente de una calidad sobrenatural, de perfección, de pulcritud y de lucidez, virtudes vedadas a los simples mortales.
Es decir que el argumento del ejemplo a imitar, usado como excusa para la exaltación sin límites, en los hechos no existe.
Se trata en realidad de la sumisión al personaje. Los ejemplos a imitar deberían provenir de actitudes humanas, de personas falibles, con las mismas debilidades, defectos y virtudes
que el resto de sus conciudadanos, pero que eligieron arriesgar sus vidas, sobreponerse, como Manuel Belgrano, a sus múltiples dolencias, y luchar por la libertad y el futuro de
su país.
No se puede seguir hablando de una historia en la que la gente hacía las cosas por abnegación. Hay que recuperar positivamente los bastardeados conceptos de "interés" e "ideología".
San Martín cruzó los Andes porque su interés era liberar Chile y de allí pasar a Perú, porque sus ideas eran revolucionarias y formaban parte de un proceso histórico enmarcado en la lucha para terminar con el poder español en América.
En un país donde el pasado estuvo por siglos vinculado al horario de las batallas y al desinterés (palabra poco feliz, si lo pensamos) y la abnegación de los llamados proceres, es un gran avance que importantes sectores de la población de diferentes edades y clases comiencen a interesarse por su patrimonio más importante: su identidad. Porque de esto se trata: la historia de un país es su identidad, es todo lo que nos pasó como sociedad desde que nacimos hasta el presente, y
allí están registrados nuestros triunfos y derrotas, nuestras alegrías y tristezas, nuestras glorias y nuestras miserias. Como en un gran álbum familiar, allí nos enorgullecemos y nos avergonzamos de nuestro pasado, pero nunca dejamos de tener en claro que se trata de nosotros.
La historia es por derecho natural de todos, y la tarea es hacer la historia de todos, de todos aquellos que han sido y van a ser dejados de lado por los seleccionadores de lo importante y lo accesorio. Quienes quedan fuera de la historia mueren para siempre, es el último despojo
al que nos somete el sistema, no dejar de nosotros siquiera el recuerdo. Los desobedientes de la obediencia debida a la traición, los honestos contra viento y marea, los rebeldes aun en la derrota.

Extraido del libro " Los mitos de la historia Argentina" de Felipe Pigna

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